Sunday, March 11, 2007

La Sirena



La sirena

Mónica Nepote

Envuelta en la luz se vuelve roja. Llegó con un mar inhóspito, cantando que la suerte la anida cada hueso. Trae un calamar en El tobillo y camina dejando de rastro las estrellas.

Un beso se le escapa, llega ante la boca de un parroquiano. Ella ríe, sacude las mariposas de su cuerpo. Un par de ojos choca ante el cristal que guarda el aire, que asfixia al fuego antes de arder bajo la bóveda.

Esa piel castaña asombra ante el espejo de su canto. El marinero la dejó suelta entre caracoles de mentira. Ella se perfumó la oreja con la sal de su saliva.

Esta medusa ha ensortijado las historias. Echó redes a las venas, anudó los pendientes del dueño de este antro; volvió a la luna página de su bitácora, cómplice del color abundante de su boca.

Observa entre las velas. Elige. Apunta hacia el poniente. La brújula que recorrió su pecho la hizo madre de los hombres. La llamó hija de su llanto.



The mermaid

Mónica Nepote, trans. Becca Klaver

Swathed in light, she turns red. She arrived with an inhospitable sea, singing that fortune nests in each bone. She wears a squid on her ankle and walks leaving a trail of stars.

A kiss escapes her, arrives at the mouth of a patron. She laughs, shakes butterflies from her body. A pair of eyes hits the glass that traps the air, that puts out the fire before it burns below the cavern.

His brown skin darkens, taken aback by the mirror of her song. The sailor set her free among toy snails. She perfumed his ear with the salt of her saliva.

This medusa has curled the histories. Cast nets around the veins of, tied up the loose ends of, the master of this cavern; returned to the moon as a page from her logbook, an accomplice to the abundant color of her mouth.

She keeps watch among the sails. Chooses. Trains her gaze on the west. The compass that traveled through her chest made her mother of men. Called her daughter of its cry.